El sistema utiliza una técnica donde neuronas artificiales funcionan de una manera muy parecida a las de la corteza visual de un cerebro. En su estudio, los científicos parten de las imágenes tomadas por un vehículo submarino autónomo y con ellas crean un sistema que reconoce las diferentes texturas en las que se conforman los corales y que es capaz de aprender por sí mismo.
Con él podrían reconocerse de forma automática los miles de especies de coral existentes y así poder realizar el seguimiento de los cambios que se producen en las colonias para una mejor conservación.
Los investigadores han confirmado que este modelo es una alternativa a los sistemas clásicos utilizados actualmente para la clasificación de imágenes de textura coral. Estos requieren de la presencia humana continuada y contempla un rango de error mayor.
Los científicos apuntan a la necesidad de tomar muestras de distintas localizaciones en el mundo para crear una referencia internacional que permita el seguimiento en el crecimiento o disminución de los arrecifes y poder actuar a tiempo para su conservación.
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